Vergüenza ¿Emoción básica?

Vergüenza ¿Emoción básica?

Verguenza y falta de amor propio

La vergüenza y las emociones básicas

Mucho se hablado recientemente sobre el miedo, la ira o la tristeza. Sobre como estas emociones, necesarias como todas, se vuelven tóxicas cuando se convierten en estados de ánimo alterados y duraderos. Alegría, sorpresa, asco y otras emociones, las han acompañado en los distintos listados de emociones básicas, que se han aparecido desde que Paul Ekman popularizase el término “emoción básica” en los años 70. ¿Y si nos estamos olvidando una?

¿Y si esta emoción está marcando más nuestras vidas, creando mayor malestar y ansiedad que ninguna otra? Y si, estamos hablando de la vergüenza, emoción que sólo recientemente ha sido reconocida y estudiada por la psicología ¿Es la vergüenza una emoción básica? La teoría de las emociones básicas, es sólo una de las principales teorías sobre las emociones, en la psicología moderna, y no todos los expertos la reconocen. ¿Es la vergüenza si quiera una emoción? Tal vez un sentimiento, o una emoción secundaría, derivada del miedo… No importa.

¿Qué es la vergüenza?

Piensa en tu más inconfesable secreto. Ahora imagínate tener que airearlo en una entrevista para la televisión. ¿Qué sientes? ¿Reconoces la sensación en tu cuerpo? ¿A que te impulsa, a enseñar o a esconder? Probablemente se siente parecido al miedo, y está sin duda muy conectada al mismo. Pero cuando el miedo te dice “escapa”, la vergüenza te dice “esconde”. Esconde aquello de ti, que consideras indigno, o aquello que podría ser juzgado por lo demás, aquello que podría hacer que no seas aceptado. Pero cuando hablamos de vergüenza, no nos referimos solamente a esa sensación que sentimos, por unos instantes, al tener que hablar en público.

Estamos hablando de un sentimiento mucho más profundo, de que en nosotros hay algo que no está bien. Algo que debemos cambiar u ocultar. Hay algo nuestro que es indigno, que no es aceptable o no alcanza alguno de los innumerables estándares, con respecto a los cuales nos medimos. Podríamos hablar de aversión por uno mismo. Una sensación que nos acompaña, aunque no nos demos cuenta, por estar habituados a ella, coartando nuestra espontaneidad y nuestra creatividad. Este es el sentido de vergüenza (o “shame” en inglés) que utiliza la psicóloga y profesora de meditación Tara Brach, cuyas reflexiones sobre la misma inspiran este artículo.

¿Para qué sirve la vergüenza?

Los humanos somos animales altamente sociales. Hasta hace no mucho tiempo, el ser excluido del grupo, sería una sentencia de muerte casi segura, como le ocurre a otros muchos animales que viven en grupos organizados. Es normal, que tengamos profundamente cableada una emoción que pretende ayudarnos a no ser excluidos. Si voy a hacer, decir o mostrar algo de mí, por lo cual pudiera ser rechazado por el grupo, es útil que una emoción me alerte de no hacerlo.

Por otro lado, esta esa sensación desagradable que nos acompaña. Yo la llamaría ansiedad, una sensación que nos indica que algo no está bien, no nos permite estar a gusto y nos impulsa a la acción. En este caso, como hay algo sobre nosotros mismos que no está bien, el cerebro emocional nos aporta energía y una sensación desagradable, para impulsarnos a hacer algo al respecto. ¿Pero, quién marca qué está bien y qué debe cambiarse? La referencia es interna, aunque mayormente inconsciente y altamente influenciada por la sociedad.

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La vergüenza en nuestra sociedad

Tara cuenta, que en su experiencia como psicoterapeuta y profesora, la aversión uno mismo es la primera causa de insatisfacción. Según relatan Tara y otras fuentes, en los primeros encuentros del Dalai Lama, con científicos occidentales en los 80, el mismo se vio sorprendido, al descubrir que los sentimientos de aversión por uno mismo, estaban tan extendidos en nuestras sociedades. El Dalai Lama confesaba, que el daba por sentado, que el amor por uno mismo era una cualidad masivamente compartida por los seres humanos. Algo en esta sociedad nos empuja a sentir, de manera generalizada, algún grado de aversión por nosotros mismos.

Según explica Tara, en esta sociedad se potencia excesivamente el sentimiento de separación, y no hay un sentido incondicional de pertenencia. Desde pequeños aprendemos que, para ser aceptados debemos comportarnos de tal y tal manera, debemos reprimir ciertas emociones, debemos tener tal aspecto, etc. En definitiva, la manera en la que somos, no está bien, debemos ser de otra forma. De una que se aproxime a uno de los numerosos estándares sociales. La pertenencia es un premio que debemos alcanzar, siguiendo una lista interminable de normas escritas y no escritas. Esto, deja un terreno fértilmente abonado, para la insatisfacción con uno mismo.

Auto-aceptación radical

La receta que Tara Brach propone, como remedio a la vergüenza o la aversión por uno mismo, es la radical auto-aceptación. Tara nombra al maestro Zen Japones Dogen, quien decía algo así como “Para estar en armonía con la unidad de las cosas, no debemos tener ansiedad por las imperfecciones”. Esto supone de entrada, aceptar las imperfecciones, las primeras las propias. Asumiendo nuestras imperfecciones, podemos aceptarnos a nosotros mismos. Sólo de esta manera podemos realmente aceptar a los demás y al mundo, con sus propias imperfecciones. El camino a la iluminación que nos proponen el Maestro Dogen o Tara Brach, no es un camino hacia la perfección, si no un camino hacia la plena aceptación de las imperfecciones. Lo cual suena más asequible ¿No?

El mayor problema estiba, en el hecho de que los procesos que generan la vergüenza, son masivamente inconscientes. Tendemos además, a esconder muy profundo aquello que nos causa la sensación de no ser suficientemente buenos. Lo tapamos, lo camuflamos, nos convencemos de lo contrario. Es nuestra “kriptonita”, el cerebro no quiere que salga a la luz. Y como ocurre con todo aquello de lo que no somos conscientes, nos domina. El escapar de esa sensación desagradable, puede ser el motor principal de muchas de nuestras vidas. Según dice tara, para librarnos de su influjo, debemos reconocerlo, ser conscientes de las estrategias que utilizamos para cubrir esa sensación. Tomar conciencia de cuando determinados estímulos, han despertado ese sentimiento de indignidad, de mediante que estrategia estamos intentando escapar de esa emoción y sostener las sensaciones con conciencia plena y cariño, son las claves de la auto-aceptación dadical.

En el siguiente artículo, explicaremos los 3 tipos de estrategias que utilizamos para tapar la vergüenza según Tara Brach. Hasta entonces, no nos pierdas de vista.

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