Soledad y estrés, en la era de Internet

Soledad y estrés, en la era de Internet

Soledad y estrés

Somos seres sociales

Somos criaturas sociales. Sólo a través de la protección que nos ofrecen grupos grandes, cohesionados y bien organizados, pudimos sobrevivir y convertirnos en la especie dominante del planeta tierra. No es extraño, que la evolución nos equipe con mecanismos para favorecer la cohesión de los grupos. Importantes hormonas, responsables de nuestra sensación de bienestar, como la serotonina y la oxitocina, son emitidas en situaciones de contacto humano estrecho. La evolución nos premia por ser sociales.

Ahora, también existe la química de castigo. La emisión de ciertas moléculas, que nos hacen sentir mal, está ligada a la percepción de aislamiento social. Es decir, nuestra naturaleza nos castiga por estar solos. El problema estriba en que no estamos solos por elección, y en la práctica no es fácil romper estos ciclos de aislamiento. Para agravar más la situación, el aislamiento y sus subproductos neuroquímicos, vienen a aumentar los niveles de estrés. Y el estar sometidos a estrés sostenido, tiende a generar comportamientos que ahondan más en la desconexión con otras personas.

Estudios sobre los efectos negativos de la soledad

Recientemente, el portal Neurosciencenews.com, ha publicado un interesante artículo, donde se hace eco de las conclusiones de varios estudios científicos, que estudian la relación del aislamiento social con distintos aspectos de nuestra salud. Destacan las pruebas que conectan la soledad con la proliferación de problemas mentales como la ansiedad o la depresión (ambos trastornos relacionados con el estrés).

Datos clave, destacados por Neurosciencenews.com:

  • La soledad está asociada con patrones de procesamiento cerebral únicos y puede alterar las experiencias cognitivas y perceptivas individuales.
  • La sensación subjetiva de soledad puede contribuir a varios problemas de salud mental, incluyendo depresión y ansiedad, e incluso problemas de salud física.
  • Investigaciones sugieren que el entrenamiento en mindfulness y las intervenciones que se enfocan en las habilidades sociales y la cognición pueden combatir eficazmente la soledad y sus impactos negativos.

Fuente: Neuroscience News

La soledad y el cerebro

Los recientes estudios en neurociencia, han arrojado luz en los mecanismos neurobiológicos asociados con la soledad. Según el citado artículo, el sentimiento de soledad está asociado a regiones cerebrales involucradas en la cognición social y la regulación emocional, como la corteza prefrontal y la admígdala. Al utilizar técnicas de imagen de resonancia magnética funcional, se ha podido observar, que las personas que sufren de soledad, muestran patrones de procesamientos cerebral diferenciables de los del resto. Así que podemos constatar que los efectos de la soledad son reales y fisiológicos, no solo psicológicos. Existen estudios (no nombrados en el citado artículo) que incluso conectan el aislamiento social con una menor esperanza de vida.

Posibles síntomas de la soledad:

  • Depresión

  • Ansiedad

  • Hipervigilancia

  • Trastornos del sueño

  • Inhibición del sistema inmunitario

  • Aumento de la morbilidad (propensión a enfermar)

*Además de estos potenciales síntomas destacados por Neuroscience News, debemos recordar que, al tener un efecto negativo sobre los niveles de estrés, podemos considerar la soledad como un factor agravante en todos los trastornos producidos por el estrés, cuya lista es amplísima.

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La molécula de la soledad

El citado artículo no habla de ella, pero existe una molécula especialmente asociada a la soledad, la “taquicaína” (no estoy seguro de si la traducción al español es correcta). Según explica el neurocientífico Andrew Huberman, la misma forma parte de un sistema evolutivamente muy antiguo, presente incluso en insectos. La Taquicaína se activa en neuronas de la amígdala central (centro de detección de amenazas en el cerebro), justo después de situaciones inductoras de miedo intenso o generadoras de trauma

La misma produce cambios en la expresión genética, y la activación de receptores (NMDA) en ciertas células cerebrales, reforzando la sensibilidad a experiencias de miedo y trauma. Altos niveles de taquicaína se pueden manifestar como ansiedad, agresividad e irritabilidad. El aislamiento social, es un factor directo en el aumento de los niveles de la citada molécula, y la conexión social en entornos de confianza (incluso sin contacto físico) reduce sus niveles y los síntomas asociados.

Conectados pero solos

Es paradigmático, que en la era de la interconexión, de la información global, de las redes sociales, de los miles de amigos en Facebook, la soledad se esté convirtiendo en una peligrosa epidemia. Como dicen en Neuroscience News, la comunicación digital, no puede reemplazar los beneficios fisiológicos de las interacciones en persona. Y aquí nuestra propia interpretación de esta dicotomía: Las interacciones sociales en persona, están dominadas por neuroquímicos como la serotonina u oxitocina, responsables de nuestra sensación de bienestar aquí y ahora, de estar satisfechos con lo que tenemos y disfrutar de las interacciones sociales.

Por el contrario, las redes sociales están específicamente diseñadas para explotar las sendas de la dopamina. Neurotransmisor asociado a la búsqueda y persecución de cosas en el futuro. Abusar de la dopamina siempre tiene como resultados: Comportamientos adictivos. Y más sufrimiento que satisfacción a la larga (está diseñada para que siempre queramos más). No dudo que haya casos de uso saludable de las redes sociales, pero recordemos que están diseñadas para ser adictivas, aún a coste de ser nocivas. Personalmente no me cabe duda que están haciendo muchísimo más daño que bien, en esta epidemia de soledad, enmarcada en una enorme epidemia global de estrés.

¿Te acompañamos?

Salir del bucle es difícil, lo sabemos. En un proceso de coaching, podemos acompañarte a diseñar y ejecutar planes concretos para salir del aislamiento.

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Mindfulness para combatir los síntomas de la soledad

La primera medida que a todos nos vendrá a la cabeza, para romper el circulo vicioso de aislamiento y estrés, es tratar de incentivar las relaciones sociales. En este aspecto, importa más la calidad que la cantidad. Si estás en esta situación, te hará falta asumir un cierto nivel de esfuerzo. Cuanto más aislados estamos, más decrece nuestra confianza en ser aceptados y valorados. Seguramente tendrás que vencer el rechazo, la pereza o el miedo que te suponga exponerte. Pero merece la pena, tu salud y tu experiencia vital saldrán muy beneficiadas.

El citado artículo en Neurosciencenews.com, así como la literatura científica referenciada en el mismo, hacen referencia a los distintos tipos de Intervenciones orientadas a mejorar las habilidades sociales, aumentar el apoyo social, incrementar las oportunidades de contacto social y abordar la cognición social maladaptativa. Destacando la práctica de Mindfulness, como elemento reductor de los síntomas de la soledad. Los estudios demuestran, que una sola sesión de meditación Mindfulness ya es efectiva para reducir el sentimiento de soledad.

Estudio científico sobre el efecto de un entrenamiento en Mindfulness sobre la soledad:

Mindfulness training reduces loneliness and increases social contact in a randomized controlled trial” by Emily K. Lindsay et al. PNAS

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