Depresión, no la dejes ganar

Depresión, no la dejes ganar

Depresión, no la dejes ganar

No dejes ganar a la depresión

El “tira y afloja” que el deprimido debe jugar con su enfermedad, es un juego difícil y muy delicado. Si no lo jugamos correctamente, y permitimos a la depresión “ganar muchas partidas”, esta se irá fortaleciendo, en lugar de remitir. Para jugar bien a este “juego” hay que aprender a moverse en un equilibrio muy frágil: Por una lado, si la depresión está activa, debes asumir que tus recursos están limitados. Debes ajustar tu autoexigencia, en caso contrario te arriesgas a generar estrés y frustración. Exigirte más cuando estás bloqueado, va a generar más estrés, y el deprimido gestiona muy mal el estrés. La autoexigencia por hacer más, puede fácilmente llevarte a un estado de bloqueo, desde el que no poder hacer prácticamente nada.

No te abandones a la depresión

Si bien, el saber que uno tiene una enfermedad, puede ser en sí mismo, un gran alivio para el deprimido. Uno empieza a comprender lo que le pasa, y deja de culparse y torturarse tanto. Es también fácil, caer en el entregarse en exceso a la enfermedad. En cierta manera comprar la excusa por adelantado: “No puedo trabajar, es por la depresión, pues no trabajo” “No me apetece salir de la cama, es por la depresión, pues no me levanto”. Cada vez que esto ocurra, la depresión se fortalece con los hábitos que va creando. Si bien, tener depresión no es tu culpa, salir de ese estado si es tu responsabilidad. Puedes recibir ayuda, pero si no decides romper los círculos reactivos que produce la propia enfermedad, va a ser difícil dar grandes pasos adelante.

La depresión va contigo
No te abandones, empieza a meditar

No fortalezcas hábitos negativos

Cada vez que nos sentimos de una determinada manera, pensamos en concordancia con como sentimos, y terminamos actuando en consonancia con nuestra manera de pensar y sentir, estamos fortaleciendo ese patrón o ese hábito. La razón de ser de pensamientos y emociones, es precisamente condicionar nuestros actos. Si lo consiguen, cumplen su función y el patrón se fortalece. Si no lo consiguen, fracasan y el patrón se debilita. Si cada vez que me enfrento a algo difícil, me empiezo a estresar y encontrarme mal. La depresión se dispara, y termino abandonando o posponiendo tal actividad, y de ese modo me tranquilizo, el patrón y la depresión se hacen más fuertes. Mi cerebro podría entender que para librarme de aquello que no quiero, tiene que darme más depresión, así me libero y me calmo.

La depresión y la incapacidad laboral

La depresión es ya una de las primeras causas de incapacidad laboral en el mundo. Absentismo puntual, o bajas de media y larga duración, están relacionados habitualmente con la depresión. Por no hablar de los importantes menoscabos en la productividad, tanto en trabajadores diagnosticados con depresión mayor, como en todos aquellos no diagnosticados (distintas fuentes estiman que solo entre el 30% y el 50% de los casos están bajo tratamiento). Según el “Center for Disease Control (CDC)”, hasta un 9,5% de los adultos estadounidenses, sufren un síndrome depresivo en cada periodo de un año. Esto genera a las empresas americanas 200 millones de jornadas laborales perdidas, con un coste asociado de entre 17 y 44 mil millones de dólares anuales.

No te crees más culpa

Así que, si la depresión no te permite hacer la cosas que querrías hacer, o hacerlas con el nivel de calidad que te gustaría, o te exigirías a ti mismo, no te tortures. Para bien o para mal es así, la depresión es, en la mayoría de los casos, tremendamente inhabilitante. El desempeño profesional o académico se suele ver muy afectado, pero no termina ahí. El desempeño en cualquier ámbito de la vida, se verá mermado por esta enfermedad, tan común como terrible. Así que, si tienes, o crees que puedes tener depresión, y estás sufriendo por el retroceso en tu desempeño, no te culpes. La culpa es una de las emociones que acompañan habitualmente a la depresión, con gran capacidad de generar más tensión y alimentar la enfermedad. Tener depresión, por desgracia es algo normal, y desde luego no es tu culpa. Teniendo depresión, experimentar una caída del rendimiento, también es normal. No te culpes ni te castigues, trátate con cariño y compasión.

Frente a la depresión, equilibrio
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Encuentra un equilibrio

Así que como hemos dicho, tendrás que encontrar un equilibrio, teniendo en cuenta tu estado actual en cada caso. Encontrar un punto en el que seas capaz de ajustar tu autoexigencia a niveles razonables, que no te causen más tensión. Pero al mismo tiempo, ser capaz de cumplir, dentro de lo posible, con lo que tú querías hacer. Permitir a la depresión condicionarte lo menos posible. Que no gane, que no mande. Para terminar de dejar claro lo que queremos decir, vamos a detallar un ejemplo, con tres posibilidades de actuación distintas:

“Pongamos que sufro de depresión. Hoy estoy trabajando, pretendo realizar 3 tareas importantes antes del final de mi jornada. En un momento de la mañana ocurre algo que me estresa. La depresión se activa y se me empieza a bloquear la cabeza.”

  • Supuesto 1: Esta sería la típica actitud de alguien que no sabe que tiene depresión: Como empiezo a notar que mi rendimiento está cayendo, trato de salvar la situación poniendo más esfuerzo. Me exijo más, y me genero más presión. El resultado es que cada vez me pongo más nervioso, y se me bloquea más la cabeza. Y cuanto más me esfuerzo, peor me pongo. El resultado final probablemente será: Consigo hacer poco y mal. Por más que me lo propongo, no consigo cumplir con mis objetivos. Paso un rato horrible y genero un estado emocional negativo, que se prolongará muchas horas. Además, cada vez que esto ocurra, mi autoconfianza se irá minando.
 
  • Supuesto 2: Esta sería la actitud de alguien que sabe que tiene depresión, y se escuda excesivamente en ella: Tras luchar un poco con ella, me doy cuenta de que la depresión me ha invadido. “Uf, ya tengo depresión, en este estado no puedo trabajar”. Asumo la derrota, dejo de hacer lo que estoy haciendo y me dedico a descansar e intentar relajarme. En este caso, he evitado el sufrimiento inmediato, pero estoy fortaleciendo un peligroso patrón. Es más probable, que ante una situación similar, vuelva a bloquearme por la depresión, y que vuelva a tener la tentación de dejarlo todo por hoy. La depresión gana.
 
  • Supuesto 3: Esta será la actitud de aquel que comprende su depresión: Tras luchar un poco y darme cuenta de que me estoy bloqueando, paro un momento. Me tranquilizo un poco para frenar la escalada y tomo conciencia de mi estado. No lo resisto y lo acepto, asumiéndolo como un estado temporal, “ahora estoy así”. Valoro mis opciones y reajusto mi autoexigencia. “En este estado, estoy mas lento y me estreso fácilmente. Voy a intentar sacar adelante 2 de las 3 tareas que tenía para hoy”. Sigues adelante, con el plan de hacer lo más que puedas, pero sin generarte tensión. El resultado: consigo realizar trabajo, menos que si estuviese al 100%, pero algo por lo menos. El patrón de emociones y pensamientos, que me llevaba a bloquearme y dejar lo que estaba haciendo se debilita (al no confirmase con mis actos). La propia depresión se debilita y yo gano confianza. La depresión pierde.

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